Del bienestar cosmético a intervenciones reales: hacia una sostenibilidad social en el trabajo

En los últimos años hemos visto cómo las empresas multiplican sus iniciativas de bienestar: clases de yoga en la oficina, afterworks, buzones de sugerencias o charlas sobre motivación. Son acciones que, aunque bien intencionadas, muchas veces se quedan en lo superficial.

A este fenómeno lo llamo bienestar cosmético: iniciativas que pintan de verde o de humano la fachada, pero no tocan la raíz de la cultura organizacional. El resultado es que los equipos sienten que se “pone maquillaje” al malestar, mientras lo estructural sigue igual.

El problema no es el yoga ni el afterwork. El problema es cuando se convierten en la única respuesta, en lugar de acompañar cambios más profundos.


Qué entendemos por bienestar cosmético

El bienestar cosmético aparece cuando:

  • Se promueven pausas, pero se mantiene una cultura de urgencia crónica.
  • Se ofrecen charlas sobre autocuidado, pero no hay espacios reales de descanso.
  • Se habla de conciliación, pero los horarios siguen siendo imposibles.

Estas acciones puntuales no transforman. A menudo generan incluso frustración, porque las personas perciben la desconexión entre lo que se comunica y lo que se vive en el día a día.


Por qué necesitamos intervenciones reales

El cuidado organizacional no puede quedarse en gestos aislados. Necesitamos intervenciones reales que cambien las dinámicas cotidianas de los equipos.

Aquí es donde entra mi enfoque: integrar el cuerpo, la sostenibilidad social y la teoría polivagal en la estrategia. Porque el cuerpo es un termómetro muy preciso de la cultura en la que trabajamos:

  • Cuando los equipos viven en hiperalerta, se normalizan la urgencia crónica y el agotamiento.
  • Cuando hay colapso, aparecen la apatía, la desconexión y el cinismo.
  • Cuando se logra un estado de seguridad y regulación compartida, florecen la confianza, la creatividad y la cooperación.

No se trata de grandes cambios de un día para otro. Se trata de microintervenciones que sostienen:

  • Un check-in de dos minutos al inicio de una reunión.
  • Convertir los 60 minutos de reunión en 45 + 5 de pausa real.
  • Cambiar la forma de dar feedback: no solo tarea, también emoción y propuesta.

Estos gestos, repetidos en el tiempo, son los que transforman de verdad la cultura.


Hacia una sostenibilidad social en el trabajo

Cuando hablo de sostenibilidad social me refiero a crear culturas laborales que sostengan a las personas tanto como a los resultados. Igual que medimos impacto ambiental, necesitamos medir y cultivar el impacto humano.

La sostenibilidad no puede ser solo verde: tiene que ser también social.

Porque ningún proyecto es sostenible si las personas que lo sostienen están agotadas, desconectadas o invisibilizadas.


Conclusión

El bienestar cosmético maquilla.

Las intervenciones reales transforman.

Y lo que necesitamos ahora mismo en nuestras organizaciones no son más parches, sino estrategias que integren cuidado, cuerpo y sostenibilidad social en lo cotidiano.

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Con cuidado y con estrategia,

Nerea Liarte

🌀 Cuidar también es estrategia

🎓 Psicóloga | Comunicación en Sostenibilidad & ESG